FRANCISCO DE ORELLANA
Partió rumbo a América tras los pasos de El Dorado con 17 años y casualmente, en su búsqueda de la quimera, un tesoro imprevisto se cruzó en su Camino:
El Amazonas, El extremeño fue el primer explorador que recorrió el río en toda su extensión.
De Quito ( Ecuador ) al delta del Amazonas en año y medio: 303 días a pie y 240 en barca. Esa fue la gesta de Fancisco de Orellana ( 1.511 - 1.546 ): ser el primero en navegar el río más grande del mundo ( de 6.800 kilómetros, 40 más que el Nilo ). " Un descubridor eclipsado por los mitos de Cortés o Pizarro ", asegura Juan de la Cal, autor de Viaje al traspasado corazón del mundo, una bella y ecológica indagación en la Amazonía explotada por los dorados actuales que conmemora el quinto centenario del nacimiento de Orellana.
Primo de la familia que destruyó al Imperio Inca, Orellana era un hidalgo huérfano que - como los Pizarro - nació en Trujillo, bello pueblo cacereño que en el siglo XVI era un hervidero de fábulas americanas y proyectos de conquista. A los 16 se trasladó al Nuevo Mundo. En Nicaragua perdió un ojo contra los indios. Y en Perú se vio envuelto en la interminable guerra civil entre Almagro y Pizarro. Él, claro, apoyó a sus primos, Y con el menor ( Gonzalo, gobernador de Quito ) preparó una expedición en 1.541 al otro lado de los Andes, en busca de canela y oro, ambiciones de este estremecedor viaje.
AÑO Y MEDIO EN LA SELVA
Gonzalo Pizarro partió antes, con 220 españoles, 4.000 indios, miles de cerdos, cientos de perros y decenas de llamas y caballos. Sin esperar a Orellana, que escaló los Andes con solo 23 marineros. Azotados por vientos gélidos, exhaustos por la carga, hollaron cumbre a 5.000 metros de altura e inciaron un penoso descenso hasta la tórrida selva, donde un mes después se unieron al resto.
Decepción. El país de la canela era un cenagal con algún pálido arbusto de esta codiciada especie. Buscaron durante meses. Creció el hambre. Y al fin decidieron, al límite de sus fuerzas, construir un bergantín y fletarlo en un río cercano. Tenían madera, lianas y resina para impermeabilizar la cubierta. Con las herraduras de caballos comidos hicieron clavos. Y velas con sus trajes. " Fue el momento más duro del viaje ", resume De la Cal.
La radiografía de un conquistador típico pinta un hidalgo extremeño, soldado o empresario, sacudido por el fervor religioso y ávido de honor y gloria. De la Cal asegura que Orellana encaja salvo en lo de bruto. " Sabía varios idiomas indígenas y prefería no atacarlos ".
Foto de ... TITO. ¡ Nació en Trujillo ! |
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