Pintado el caudaloso río se vía,
que en áspera estrecheza reducido,
un monte casi alrededor ceñia,
con ímpetu corriendo y con ruido
querer cercarlo todo parecía
en su volver, más era afán perdido;
dejábase correr en fin derecho,
contento de lo mucho que había hecho.
Estaba puesta en la sublime cumbre
del monte, y desde allí por él sembrada,
aquella ilustre y clara pesadumbre
d' antiguos edificios adornada.
D' allí con agradable mansedumbre
el Tajo va siguiendo su jornada
y regando los campos y arboledas
con artificio de las altas ruedas.
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